Las princesas de Disney podrían disfrutar un brunch en By Cruz, sintiendo que están en una casa de campo inspirada en cualquier cuento de hadas; de esos en los que siempre hay un bosque encantado y pajaritos de ojos enormes, silbando y cantando.
Pero que los muebles vintage y las flores doradas sobre las paredes no los confundan. En un lugar con tanto garbo, hasta Jack Sparrow podría entregarse al placer de un Gin Tonic perfecto. Basta sentarse en la barra para comprobar el apropiado maridaje que hacen el buen gusto y el desenfado.
Ubicado en la Ronda de Segovia, con ese nombre que genera curiosidad y preña la mente de teorías y especulaciones; este café-restaurante está muy cerca de la Catedral de la Almudena y del Parque de Atenas.
Casualmente, estos lugares traen a mi mente de forma inevitable dos referencias sobre la antigua y poderosa simbología de la cruz: La del cristianismo representado por el templo frente al Palacio Real; y la de los cuatro elementos de la antigüedad, según la teoría de los filósofos presocráticos de la antigua Grecia.
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Sin embargo, la experiencia en By Cruz nada tiene que ver con plúmbeas clases de historia universal; y se asemeja más a un madrigal de sabores y contrastes que comienza con la mirada, rendida, ante esas pequeñas luces que se columpian entre las ramas de los árboles que custodian su fachada.
Esa noche nos atendió Javi, un ocurrente entusiasta de la obra de Tolkien. Mientras esperaba que trajera mi cerveza, me entregué a la lectura de una carta diseñada para la estimulación de los sentidos.
Por su puesto, los clásicos de la gastronomía española tienen un lugar privilegiado en la cocina de By Cruz, con íconos como el jamón de bellota, pimientos de piquillo, solomillo ibérico, chorizo, calamares, croquetas y patatas bravas, ideales para compartir.
Tanta evocación ibérica nos invitaba a seguir descubriendo nombres e ingredientes, una página tras otra. Frente a mí, la espuma de una Mahou Cinco Estrellas amenazaba con desbordarse sobre los bordes del vaso, pero mi peregrinación sobre el papel no daba treguas para helados sorbos de caña maestra.
Al llegar a la selección de carnes, y sin dejar de apreciar el resto de las opciones; dos platillos llamaron mi atención : En primer lugar, el solomillo de buey gallego que, según los conocedores, es la mejor carne del mundo; por la infiltración de grasa que sufre el músculo del animal después de su castración.
Se trata de un producto de gran exclusividad no solo por su poca abundancia en todo el mundo, sino por sus características. Estos animales requieren excelentes condiciones medioambientales durante su cría y una copiosa alimentación, de la más alta calidad.
Luego fijé mi atención en el steak tartare (filete tártaro), el mismo que Julio Verne inmortalizó en su obra «Miguel Strogoff», ambientada en plena invasión tártara de Rusia, y que se elabora con carne de vacuno picada cruda.
Se cree que el origen del steak tartare podría estar en el lejano oriente, donde las piezas de carne se colocaban debajo de las sillas de los caballos para desangrarlas antes de sazonarlas para su consumo.
Afortunadamente el mundo avanzó, la gastronomía evolucionó y, desde las referencias de Marco Polo sobre el platillo hasta nuestros días, muchas lunas han pasado. Hoy en día hablamos de un verdadero manjar que, desde mi punto de vista, no solo se disfruta con la boca, sino que se celebra con el intelecto y el espíritu.
Al llegar a los postres en la carta de By Cruz todo a mi alrededor se hizo silencio. Ese quinto gol que anotó el Real Madrid y desde el televisor animaba a los comensales a celebrar, se extravió en un bucle de silencio infinito mientras imaginaba el flan de leche condensada con confitura de naranja amarga, la cuajada de chocolate con frutos rojos, el arroz con leche de coco brûlée o la créme brûlée de naranja.
Sin embargo, el jaleo a mi alrededor fue in crescendo mientras me iba enterando que, además, puedes terminar la velada con un sorbete de frambuesa al ron, limón al cava y mandarina al Cointreau. ¡Las frutas cítricas jamás me habían parecido tan tentadoras!
Si eres de los que prefiere un café pero, al igual que yo, pasas de largo ante la presumida inocencia de un café bombón, tienes opciones para escoger: carajillo quemado (con brandy), irlandés (con whisky), jamaicano (con ron añejo) e incluso un excéntrico café con limón al que, por cierto, decenas de gurús de los remedios naturales le atribuyen propiedades que van desde curar la gripe hasta quemar la grasa.
Más importante que cualquier cosa es que en By Cruz uno se siente bien, lo pasa rico. Se trata de uno de esos lugares de Madrid que te dejan el corazón contento y no solo la barriga llena. Supe que recientemente abrieron un nuevo restaurante en la calle de Alonso Cano. Cuando vaya, les cuento.
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