La paella es de esas cosas que siempre me recuerdan momentos especiales. En Venezuela era la más acertada consecuencia de algún evento corporativo, en el que la ocasión ameritaba un almuerzo o cena espectacular. También fue siempre la excusa para reencontrarnos con los amigos o la familia y compartir en torno a ella, como si de una hoguera en el bosque se tratara, esas anécdotas cotidianas que permanecen en nuestra bitácora personal.
Por eso, cuando la fecha del cumpleaños de mi amado Enrique se acercaba y recibí una invitación especial para agasajarlo con una paella, sentí una ilusión especial. Teníamos una agenda complicada ese día, así que conspiré para que la tarde multiplicara sus minutos y el destino nos regalara un par de horas libres que vimos transcurrir en El Trato Gastrobar, el restaurante del chef venezolano Gabriel Camacho.
Fue en España donde entendí que los venezolanos tenemos una disposición natural a transformar los platos típicos de otros países para adaptarlos a nuestro paladar. Sin embargo, cuando tienes la oportunidad de saborear lo mejor de aquí, después de haber probado lo mejor de allá, entiendes que ambas formas de preparar los alimentos incluyen el ingrediente único de una magia especial… Y que la gastronomía es mucho más que comida pues revela, sobre todo, cultura, tradición y sociedad.
Por eso, alcanzar el delicado equilibrio de una fusión perfecta de técnicas y sabores en las prodigiosas manos de un auténtico maestro en la elaboración de arroces, capaz de abrazar lo mejor de ambos mundos y encontrar un punto exacto que satisfaga el gusto y expectativas específicas sus clientes; es un privilegio que el mismo Baco se guardaría para sus más exquisitas entregas al goce del vino.
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En Madrid se consiguen buenas paellas en restaurantes de todo tipo, pero ninguna como las del chef venezolano Gabriel Camacho, un egresado de La Casserole du Chef e instructor en cocina internacional que, más allá de los títulos, las acreditaciones y los premios internacionales que ha obtenido; tiene un talento único para interpretar a sus comensales y diseñar platos a la medida.
Sin embargo, estas paellas de autor no pretenden reflejar la huella de Gabriel Camacho para establecer una tendencia que lo defina como chef. Por el contrario, ponen los cinco sentidos de un profesional capaz de dirigir con maestría la orquesta de ingredientes que cada uno de sus clientes prefiera; para conseguir una humeante melodía de sabores, texturas y colores personalizada, que permanecerá en el recuerdo de una ocasión única e irrepetible.
Enrique, que no sabe lo que se pierde, no come mariscos ni ningún fruto del mar. Por eso, en un alarde de súbito interés por el terroir junto a la Albufera, solicitamos al chef una auténtica paella valenciana de conejo; a la que tan certeramente incorporó los característicos garrofós que tanta personalidad otorgan a este platillo.
Ciertamente, la paella es la herencia que la huerta valenciana ha legado al mundo entero. Originalmente, las humildes manos de los pastores la elaboraban con aves, conejos y verduras. No obstante, al extenderse su consumo, otras regiones españolas fueron incorporando sus manjares locales y actualmente es posible conseguir una gran variedad.
Cuando conocí a Gabriel Camacho me entusiasmó mucho su visión sobre la cocina. Su formación académica en Venezuela, sus meritorias cosechas internacionales y la experiencia de muchos años frente al fuego que transforma ingredientes en placeres, no han tecnificado su criterio sobre la corrección. Para él, la mejor paella es la que cada uno prefiera y mejor aún si se disfruta con amigos, si evoca lo que atesoramos, si acerca a las personas y si está hecha, sobre todo, con cariño.
La velada, como siempre ocurre en este restaurante de la calle Fernando El Católico, fue más que grata y, como inmigrante venezolana, lo agradezco con el alma toda. Aunque las loas siempre recaen sobre Gabriel, su esposa Roselba Ramírez es el alma del lugar. Se trata de una mujer genuina, auténtica y hospitalaria que asume el papel de anfitriona con un entusiasmo contagioso, por lo que resulta imposible no impregnarse de ese optimismo tan nuestro, que le suma humildad a la determinación.
Las bocas rebeldes que no gustan de los mariscos, los pescados o las verduras; no tienen negado el derecho a disfrutar de una paella exquisita y digna de celebrar. En El Trato Gastrobar los comensales pueden dar rienda suelta a su imaginación, incluso si se les antoja tinta de calamar o abundantes tropezones «mar y tierra». También se pueden pedir a domicilio, una forma de llenar el calor de hogar con ese sabor gourmet que, como los buenos trajes, está hecho a la medida.
Coordenadas:
- Restaurante: El Trato Gastrobar
- Redes Sociales: @eltratogastrobar en Instagram y El Trato Gastrobar en Facebook
- Horario: De lunes a jueves, de 9am a 10.30pm. Viernes de 9am a 1.30am . Sábados de 11am a 1am. Domingos de 11am a 9pm.
- Teléfono: +34 667 95 41 64
- Dirección: Calle de Fernando el Católico, 15, 28015 Madrid (Metro: Quevedo)
- Contacto Gabriel Camacho: @tupaellasenvivo en Instagram
