¿Qué habría pasado de haberme quedado en Venezuela?

¿Qué habría pasado de haberme quedado en Venezuela?

¿Qué habría pasado de haberme quedado en Venezuela? - Es una foto del complejo turístico "El Morro" de Lechería en el estado Anzoátegui en Venezuela

Los entusiastas de los superhéroes estamos llenos de expectativa ante la inminente llegada de “What If…?”, una serie animada de Marvel sobre ¿qué habría pasado con nuestros superhéroes favoritos, si algún hecho crucial de sus historias hubiese ocurrido de forma diferente?

Por ejemplo, el primer episodio presenta a Peggy Carter tomando el suero de súper soldado en lugar de Steve Rogers y, a partir de allí, cuenta una historia que conserva todos los rasgos característicos de estos héroes, pero en circunstancias diferentes.

Cuando le comenté a Enrique el planteamiento de la serie, fue inevitable la pregunta: ¿Qué habría pasado en nuestras vidas si no hubiésemos emigrado de Venezuela? Debo confesar que este ejercicio de imaginación fue todo un reto pero, como voraz consumidora de películas que incluyen multiversos y realidades alternativas, me pareció interesante hacerlo.

Luego de pensarlo un poco tomé conciencia de muchas cosas que no me había planteado antes. Incluso valoré, mucho más de lo que ya lo hacía, el crecimiento y aprendizaje que me ha dejado la experiencia migratoria. Por eso, aunque solo se trate de una teoría, creo que todos los migrantes deberíamos hacernos esta pregunta después de cierto tiempo.

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En mi caso, todo comienza el día que Enrique y yo fuimos a vivir a Panamá, en julio de 2014. Aunque ese proyecto migratorio naufragó en poco tiempo, fue cuando las líneas temporales de la María José que decidía quedarse en Venezuela y la que decidió irse, se separaron definitivamente. Esta habría sido, probablemente, mi historia:

El contexto país no es muy alentador. La muerte de Mónica Spear y el encarcelamiento de Leopoldo López son recientes. Lo primero me duele y asusta terriblemente. Lo segundo me parece una tramoya de manual, pero guardo silencio. Estoy rodeada de jueces y no tengo las más mínimas ganas de debatirlo con nadie.

Aunque todo parece decadente, un buen día me despierto más optimista que nunca y pienso que “si tanta gente se va, más oportunidades quedan disponibles para mí”, así que sigo en la escuela de comunicación social de la universidad privada donde impartía clases y trabajando en mi página web de noticias.

Un buen día, una de nuestras pasantes o redactoras, que siempre tuvieron la libertad de publicar aquello que su criterio periodístico les indicara que era una noticia importante; subió algo que molestó a algún cacique del chavismo. Como consecuencia, estoy presa. Cualquiera que conozca medianamente la realidad de las cárceles venezolanas sabe lo que eso significa. Fin de la historia.



Haré otro intento. Una segunda posibilidad sería haber alcanzado, por méritos que humildemente considero que tengo, la coordinación de la escuela de la Comunicación Social de la universidad y entregarme a tal responsabilidad con el compromiso que se merece, sin dejarme tiempo para otro tipo de actividades productivas. Como consecuencia, probablemente percibiría un sueldo en bolívares que, aunque alto, no me permitiría hacer frente a la dolarización del país. Game over.

Tercer intento. Genero divisas por internet creando contenidos o a través de marketing de referidos por redes sociales. Suponiendo que el Internet funcione y que la luz no se vaya, tampoco serían muchos dólares. Además, no tengo ni el carácter ni la paciencia que se necesita para esa intensidad recurrente de vivir publicando cosas tipo “necesito efectivo”, “tengo BOFA”, “acepto Zelle” o parecidos. Tanta tranza es estresante y agotadora y, aunque mucha gente vive bien gracias a eso, lamentablemente “no nací ese día”.

Estoy segura de que, profesionalmente, tendría muchas otras opciones que, estando allá, se mostrarían claras ante mis ojos. Sin embargo, ahora mismo no soy capaz de verlas. Me doy cuenta de que mis circunstancias personales no tenían tanta proyección de futuro como pude haber creído o cómo he hubiese gustado.

Finalmente, llego a la conclusión de que probablemente me sentiría estancada y frustrada, con la tristeza de sentir que el tiempo que Dios me ha regalado de vida se va consumiendo en un entorno que merma mi optimismo de cara al futuro y lapida mis sueños de descubrir lugares, personas y experiencias diferentes.

Es cierto que después de emigrar no todo es color de rosa pero, por ahora, me siento feliz de haber tomado la decisión de hacerlo. Hay cosas que extraño y que me duelen, como a cualquiera con un corazón entre el pecho y la espalda pero, si en el futuro la situación cambia y dejo de ser feliz, igual nada ni nadie podrá arrebatarme todo lo que he vivido y conocido.

Por eso creo que lo mejor, a pesar de las dificultades, es vivir la migración desde el agradecimiento y después de este sencillo ejercicio de creatividad lo hago con mucha mas conciencia del privilegio que representa, para mí, la libertad de ser todo aquello que sea capaz de ser, sin otros límites que los de mi propia capacidad y autodeterminación.

Si quieres conocer el punto de vista de Enrique de esta misma historia, puedes leer ¿Estaría mejor en Venezuela que en España? publicado en su blog.

No dudo que, en caso de haberme quedado habría vivido también cosas buenas. Muchas, de hecho. Pero, volviendo a la línea temporal real en la que nos encontramos, no puedo más que dar las gracias y seguir adelante, un pasito tras otro, en este camino que por ahora estoy disfrutando. Mi respuesta a la pregunta ¿qué habría pasado en nuestras vidas si no hubiésemos emigrado de Venezuela?, es: “Probablemente me habría adaptado y salido adelante, pero me atormentaría la duda al no saber qué habría pasado, de haberme ido”.

Por supuesto, este ejercicio de tratar de imaginar cómo sería mi vida de haberme quedado en Venezuela, tiene muchos más detalles y cosas interesantes que las que he planteado aquí. Si quieres saberlas, tienes que ver «El Anecdotario» en el que estamos Enrique Vásquez y yo en vivo este martes 6 de julio a las 22:30 hora de Madrid, por el canal de YouTube de Enrique Vásquez, entra y suscríbete.

En este enlace puedes ver «El Anecdotario» con Marijo y Enrique del 6 de julio de 2021

María José Flores

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